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Anhelos Escondidos

Anhelos Escondidos




Tengo la esperanza de verte
bajo el deslumbrante sol
de un septiembre enverdecido;
donde florecidos lapachos dibujen
un entramado de fluctuantes sombras
en la desnuda piel de tu cuerpo;
y cientos de agitadas ramas entonen
su canto de renacimiento;
mientras su lluvia de flores, te embellece,
con ramilletes, concedidos por el viento.

Nostalgia de un Jueves a la madrugada

Nostalgia de un Jueves a la madrugada




Me pondré nostálgico.

Hay recuerdos que vienen,
me secuestran con ellos
y ya no soy yo.

Soy un momento pasado
disfrazado de presente.
Soy un latido lejano
que desea repetirse.
Soy un beso en la mejilla,
una historia algo triste.
Soy una esperanza que llega
o una realidad que golpea.

Me pondré nostálgico.
Porque me hace feliz
el evocar días felices.
Me vuelvo sombrío, lo sé,
mas, es una dulce tristeza,
una agridulce sonrisa
que aflora en mis labios
confesándome que la vida
a veces no es tan dura.

Me pondré nostálgico.
Porque hoy me acordé de ti.
Porque te busque a mi lado
y te hallé lejana... y hermosa.

Ojala la noche termine
y me libre de tu recuerdo.
No es porque no los quiera.
No es porque no te quiera.
Debe ser porque ya no soy
tan fuerte como el viento y la piedra.

Debe ser porque siento
que caminar en solitario
es más fácil sin el pesar
de los días de vida que quieren
interponerse en nuestro camino.

Si... ojalá la noche termine
porque sé que vendrá otra.
Porque guardo el deseo secreto
de que en la próxima jornada
olvide los infinitos motivos
de mi pesar constante.

Porque puede ser, —así lo creo—,
que al estar contigo olvide mi nostalgia,
y ya no sea un recuerdo
que llega, que me secuestra,
y que me deja solo
                          al llegar la mañana...



Cuando no basta con la Justicia.

Cuando no basta con la Justicia.

(a María Soledad Morales) 



Quién es libre de su culpa?
¿Quién está libre de su aberrante crimen?
Si mi error pequeño me tortura:
¿Acaso puede un infame librarse de su conciencia?
¿Se puede soportar el dolor de saber lo inconfesable?
¿De sentir, como un puñal, como una llaga incandescente,
el pecado de degradarse como hombre,
convertirse en bestia...
mientras que después de haber abandonado
su linaje ancestral de hijo de Dios,
simule vivir sin la opresión de su falta?
¿Porqué digo esto?
¿Porque lo hago?
¿Porqué no callo mi voz...?
Quizás nadie esa perfecto, pero todos tenemos sueños.
Quizás ella fue un poco inquieta;
pero tenia derecho a la vida...
a SER, y ser respetada.
Y donde esta noche herido pienso
en quienes lucharon por rescatar
tu dignidad fragmentada, llena de tristezas y flagelaciones;
Enfrentaron viento y marea.¡Ellos no callaron, no se estancaron!
¿Por qué yo habría de hacerlo?
¡Soy un hombre!
Solo Dios Todopoderoso puede decidir
si alguien es mejor o peor.
Solo ÉL es dueño de la vida... o de la muerte...
¿Quién, entonces, creerse puede capaz,
de discernir sobre la estrella de un semejante?
Si mi error pequeño me lastima, me tortura...
¡Mi silencio me mata!
Si hubo una víctima, también un crimen...
si hubo un crimen, un castigo...
La sentencia de Dios dictada está:
La prisión está hecha.
La conciencia espera.

6 de Enero 1995
Antonio Alejandro Galland



La causa de mis palabras

 La causa de mis palabras




Hoy escuché una canción

y tuve ganas de recordarte
de mirarte desde lejos
de hablarte en el silencio
poniendo una o dos lágrimas
Recordar.

No quise
hoy,
faltar a mi capricho,
ya longevo,
de esquivarle a la inspiración;
y escuché a la noche decir tu nombre,
a las estrellas mostrarme tu rostro
y a mi mano acariciar tu piel.

Pero estas palabras no son tan sinceras,
no son tan reales,
no son lo que nace de mi corazón.

Artificiales…
Por querer tener la forma primera,
el aura del fuego supremo,
la consistencia del más puro metal.

Yo siempre tan elaborado
y tú con tu simpleza, me dejas callado.
Viviría escuchando o leyendo tus palabras.
Viviría cerca de tu alma
donde encuentro el abrigo de la mía...

¿¡Cuál es aquella palabra
que nunca se dijo a mujer alguna
y mucho más, si es como tú!?

Hoy soy amo del reino del silencio,
la mejor forma de alabarte,
de conquistarte,
de alcanzarte al menos entre sueños,
entre espejos y brumas, entre nieblas,
tan cerca pero nunca como mi corazón lo siente...

Antonio Alejandro Galland



The End of my Life

The End of my Life

El fin de mi vida



I
Transcurre el tiempo —¿quién si no?— y escucho,
La misma pregunta en mis labios quieta,
y pese al ruido que a la gente inquieta,
dichas palabras me atormentan mucho:

¿Cómo será el temido e inevitable
glorioso instante que de la vida pase,
y en segundos eternos yo implorase,
clemencia por mi alma condenable?

En un lecho, un ajado cuerpo veo,
una vela encendida en una mesa,
y el reloj esperando la partida.

Y expiro quieto, sin un parpadeo.
Una amada mano da su promesa,

veo sus ojos llorando despedida...




II

Pero...

No me muestres, oráculo soñado,
si habrá honores, fama y dicha en mi destino,
pues me bastan las que hoy llevo vividas,
para dar por realizado mi camino.

No me mientas, diciendo que no habrá tristezas,
pues sé que el cardo abunda y la flor escasea.
Tampoco muestres a los que estarán conmigo,
ni quiero sorprenderme por los que ya se han ido.

Dadme pues, —para mi final—, un día,
en que el sol del otoño bañe hojas muertas,
como hogar la tierra, tan siempre bendita,
para así renacer al llegar primavera.

Antonio Alejandro Galland

El Ciclo De Los Déspotas

El Ciclo De Los Déspotas



Ocultos entre piedras, silenciosos esperan,

otrora hombres, mujeres, ahora son bestias...

En sinuoso camino, lenta caravana,
hacia cruel emboscada, incauta avanza.
Golpean el suelo cansadas monturas,
ya es mediodía, el calor abraza.
No hay descanso a la compañía,
Pues una férrea mano los atenaza.

En carruaje de oro y con séquito de espadas,
imparte sus órdenes, un monarca déspota.
Junto a su familia de caras delgadas.
¿Quién más ambiciosa que su Reina violenta?
¿Cuál de sus hijas más disoluta y despiadada?
¿Cuál hijo más traidor entre toda su casta?

De empinados riscos, en angosto camino
Rodando una piedra la vanguardia Real advierte.
Del posible peligro, tarde, al soberano avisan,
pues entre las rocas, un aldeano grita:
“¡Matad a la familia de realezas impías!”
Que nadie sobreviva es la consigna que tienen.

La palabra desata a las bestias que corren.
Abajo, jinetes y lanceros, la defensa arman.
Arriba, una lluvia de rocas, a los custodios mata,
Los rebeldes son más, son como estrellas.
Sin rostros, sin nombres, de los valles y estepas...
Sin espadas. Sólo palos, tridentes, azadones o palas.

Atacan con odio, con hambre, con frío,
campesinos y aldeanos de vidas dolientes,
ya perdieron dignidad, tierras, hijos y mujeres,
ya no soportaran ese circo de injustos jueces.
No hay piedad para nobles ni para su prole,
ahora advierten ellos el crujir de sus dientes.

Pecado a pecado es pagado con sangre
tras rodear el carruaje cientos de manos,
atraparon al Rey que ultrajó a sus mujeres.
Fue desmembrado y exhibido cual trofeo,
su familia, asesinada, convertida en fuego.
Entonces un aldeano, nuevo rey es proclamado.

Y la ensangrentada diadema ciñó su frente.
Como un estigma sus ojos, cambian de brillo,
no reflejan la libertad que le buscó a su gente,
sólo ambición, lujuria, poder y egoísmo.
El ciclo comienza de nuevo, aunque nadie lo advierte,
demasiado ocupados están con los festejos nacientes.

Mas el tiempo borrará los felices augurios.
hasta que alguien como él, de su Rey se haga enemigo,
y oculto entre piedras, silencioso espere,
en sinuoso camino, cual bestial serpiente,
ser la próxima víctima de esa corona maldita,
continuando así el ciclo, hasta el fin de los días...



Antonio Alejandro Galland
febrero de 1999 

Vientos de Primavera





Me gusta Tucumán en primavera,
cuando se viste de lapachos florecidos,
y un viento tibio a renacer invita,
—remontando de nuevo— adormecidos sueños.

Por eso espero esas tardes en setiembre,
donde arremolinadas hojas cubren la tierra,
y dan la señal que mi instinto espera,
para tomar tu mano por debajo de la mesa.

Mirarte en silencio, disfrutar tu sonrisa,
—insinuante y traviesa— que mi corazón agita,
detener el tiempo, los dos, tras las ventanas,
inventar un universo infinito y nuevo bajo las sabanas.

Anhelo —después—, perderme en tu mirada,
contemplarte en calma sin que importe nada,
hacer nuestras las tardes, y como las hojas,
que los suspiros corran de mis labios a tu boca.



Antonio Alejandro Galland

 31-Agosto-2015 17:28

Al Final del Viaje (Destino Inminente)


¿Qué es lo que hará mi princesa lejana?

¿Qué cielo bañará tus noches?

¿Dónde, refugiarte podrás de la inclemencia

de éstos tormentosos vientos que,

augurando el fin del estío,

llevan cargadas alforjas

de negros mantos de nubes?

 

Esperando, tal vez,

junto a la última morada

para verla sonreír como mediodía

de doradas caléndulas,

cuando al traspasar la puerta

de aquella antigua posada,

con el polvo de los caminos en mis botas,

y agitada mi capa por el bramar

del viento del desierto,

busque tus ojos entre aldeanos y viajeros;

tus ojos verdes que lo dirán todo,

si esa sonrisa los acompaña.

 

¿Qué es lo que hará mi princesa lejana

cuándo ya el tiempo del interregno termine?

 

¿Cuándo ya la distancia entre ambos

tan solo sea de una mano

acariciando tus mejillas;

de un latir acompasado,

en dos corazones separados;

de un roce simple de nuestros labios,

y la noche se haga fiesta,

y la siguiente ronda corra por mi cuenta,

y la música exalte nuestros corazones,

y reinvente recuerdos que nunca fueron,

pero que sólo con quererlo, serán:

huella, camino, hostal,

morada y lecho;

y todo el tiempo del viaje

se justifique con la espera;

y todos los besos de mi boca

sólo a ti te pertenezcan?






Antonio Alejandro Galland

Mar/2015

Dedicatoria

Dedicatoria

(Amanecer Lírico)


Como el tiempo que al pasar todo muta,
mis sueños cambian de fulgor y forma,
vivo día a día y llevo por norma
el no desviarme nunca de mi ruta.
Aunque hay veces que guardo en mis recuerdos,
besos de fuego, auroras compartidas,
el silencio de noches escogidas
para ahuyentar a mis fantasmas lerdos.
A ti es, a quien hoy voy a ofrendarte
la mayor de las perlas escogidas,
por ser báculo, guía y estandarte.
Entre el cielo y la tierra voy a darte,
una loa sublime y escondida.
¡Hasta mis sueños hoy voy a entregarte!



Antonio Alejandro Galland


Epitafio

Epitafio




Pediré la llave, abriré la puerta,

romperé el sello y partiré...
no me esperen porque el frío,
tiernamente, abrazará mis huesos;
y dormiré...

Observaré carteles titilantes
ofreciendo curas falaces
al orbe triste, cual ganado hambriento.

Existir y No–existir.
Eterna espera.
Ansiando redención,
eximición de mí condena,
de las penurias que en mi alma habitan.
Me enfrentaré otra vez (inútilmente)
ante la parca humillante,
ante mi maligna esencia;
y como es de esperar, quizás pierda,
como siempre...

Viajaré con los pájaros del tiempo
hacia la tierra del olvido.
Comeré del fruto prohibido,
y me bañaré en la fuente del bien y del mal.
Me alzaré como un fénix sin alas,
y llegaré al país desconocido de la paz...

Tomaré la llave... abriré la puerta...
renunciando a este mundo.
Beberé del agua de la vida...
y me recostaré a descansar.



Antonio Alejandro Galland

Los labradores del desierto I

Los labradores del desierto I

Esperanza   
    


No importa cómo, yo sé que será...
no importa cuándo, yo sé que estará...
El desierto florecerá... el desierto de la vida,
tras las heridas y el dolor, en pos de la verdad.
Aquellos que a pesar de la tormenta
quieran resistir a su inequidad...
Aquellos que a pesar de la sequía quieran perseverar...
A todos ellos yo los invoco:
sed grano de mostaza, sed de real valor,
de Virtud inactiva, de color fulgurante...
aunque el suelo dar frutos no pueda,
tened fe, si puedes creer que será así...
después de la lluvia saldrá el sol...
La tierra verá, sentirá,
y fructificará nuestro esfuerzo...
Los frutos serán de todos y para todos;
será el color y la flor del desierto,
que ahogará las turbulentas tormentas,
de los recuerdos y de tenebrosas lagunas
de miedo, de hiel y veneno.
No importa cómo, yo sé que será...
Florecerá la flor, a pesar del sol, de la roca y del calor.
El amor vencerá por siempre,
y germinará hasta en los desiertos
que nunca tuvieron color...




Antonio Alejandro Galland

Siempre Recuerdos

Siempre Recuerdos


¡Niebla: Apártate! ¡Sueño: Esfúmate!

¡Dejadme a solas con mis pensamientos
y sacudid la insolente idea de obedecer
a las costumbres de las bestias...
entregándome al sueño!

¡No! Escaparé de tus abominables fauces
y veré caer, grano a grano, la arena
sobre la infinita montaña de tu clepsidra
inasible, inabarcable, cruel y absoluta.

¡Niebla: Apártate! ¡Dejadme ver el cielo,
el mundo y su misterio, la dicha y el dolor,
el recuerdo del ayer, el mañana...;
el que fue, el que pudo, el que será!

¿No ves que agotado estoy de esta batalla?
¿No puedes dar tregua y menguar el fuego
con el cual abrazas mi alma, mi carne?
¡Esta noche una estrella me llama!¡LO SÉ!

¡Sueño: Esfúmate! ¡Son sus manos
las que besar tiernamente pido!
¡Son sus sueños los que busco!
¡Sus plegarias las que hacer reales quiero!

Y acostumbrarme no puedo
a buscar su presencia
cuando la luna impone su imperio
y se rebela en mí, tu escondida luz,
en cada pensamiento, palabra o recuerdo...

¡SIEMPRE RECUERDOS...! de naciente olvido;
de velados y tolerados recuerdos;
de mórbidos y dolorosos recuerdos;
¡SIEMPRE RECUERDOS!... ¡NUNCA EL OLVIDO!

¡Pues vengan! Aquí los espero
y les daré pelea con espada en siniestra
y pluma en la diestra. ¡Ella...!
¡Ella está conmigo...! ¡Y conmigo...!

¡Y conmigo que venga el diablo
y haga lo que quiera...!


Antonio Alejandro Galland
16 de julio de 1998 3:25 AM


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