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Anhelos Escondidos

Anhelos Escondidos




Tengo la esperanza de verte
bajo el deslumbrante sol
de un septiembre enverdecido;
donde florecidos lapachos dibujen
un entramado de fluctuantes sombras
en la desnuda piel de tu cuerpo;
y cientos de agitadas ramas entonen
su canto de renacimiento;
mientras su lluvia de flores, te embellece,
con ramilletes, concedidos por el viento.

De Otro Siglo





Quiebra tú, corazón mío
Otra vez jugaron contigo
Y no hay barrera,
Por alta que parezca,
Que no sea infranqueable,
A tu llamado.


Quiebra
Sangra
Muere
Eres de un tiempo

A destiempo hecho.




No existe en el orbe
Quien te escuche,
quien aprecie lo que ofreces.

Ni quien entienda
el lenguaje que desprendes.

Otro fue tu siglo
Allá lejos
junto a Keats o Byron.
Tal vez
Ese fue tu tiempo
Tu lenguaje no es violento
Ya no podrás aprender la prepotencia
Ni convertir en dulce veneno,
Las palabras que nacen de tu lengua.


Quiébrate.
Estalla.
Detente.
Muéstrate frió ante el avatar
Que a éste cruel transcurrir
Nos enfrenta.

Ahora solo te queda vagar
Cual espectador enfermo
De amor.
De desamor.
De nostalgia.
De retribución.
Ahoga tu llanto.
Pues nadie quiere.
en el siglo veintiuno.
A los románticos...



Antonio A. Galland.

Desazón

Desazón

“Tan solo creo en el dolor humano
porque lo siento palpitar doquiera”
Amado Nervo


Voy a insultar al mundo
porque hoy tengo ganas de hacerlo.
De gritar contra los sordos muros
de la casa de gobierno.
Cansado ya de pedir tan sólo un poco,
de dignidad para los hombres,
renunciaré a mi ser de Ser Humano,
y me contentaré en ser como las flores:
un mero espectador de éste grotesco espectáculo.
¿Es que nadie ama ya en el mundo.
Tan lleno de mercaderes de ilusiones estériles;
y tan escasos de tiempo;
sólo el necesario para domesticarnos un poco,
ser un poco de otro, ser un poco loco,
y mirar en los trigales el color dorado inolvidable
de la cabellera de algún principito
que supo conquistar nuestras vidas;
Tan vacíos de todo esto estamos?
¿Para que pedirte Padre Eterno
que mis cansados ojos vean más?
Días y días de vivir al día...
Horas perdidas... por una mentira...
Gotas amargas de llanto, desconsolado e inútil,
tal vez en el hombro del ser que amo...
De ver dolor en los que están en derredor.
De sentir la sangre hervir de impotencia
contra la hipocresía y el orgullo humano.
¿Porqué hay maldad en una tierra ya cansada
y ronca de gritar por un céntimo de paz?
No quiero ser fatalista, ni fallarle a mi verdad.
Hoy me siento desilusionado de no ser el que soñé.
De no tener una isla para ocultar mi solitaria alma.
De continuar ahogándome en las angustias de mi telaraña.
De ser cobarde y no escapar de este simulacro de existencia,
que me tiene preso en vida.
De no apagar el aborrecible televisor de mi inútil subsistencia,
aunque de mi no quede huella;
aunque la luz de mis palabras se extinga... irremediablemente;
y sea tan sólo otra sombra en la oscuridad,
o tan sólo el último reflejo...
El que se le escapa a la tarde
cuando muere el sol a lo lejos.

Antonio Alejandro Galland
1996

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