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Los labradores del desierto I

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Los labradores del desierto I Esperanza         No importa cómo, yo sé que será... no importa cuándo, yo sé que estará... El desierto florecerá... el desierto de la vida, tras las heridas y el dolor, en pos de la verdad. Aquellos que a pesar de la tormenta quieran resistir a su inequidad... Aquellos que a pesar de la sequía quieran perseverar... A todos ellos yo los invoco: sed grano de mostaza, sed de real valor, de Virtud inactiva, de color fulgurante... aunque el suelo dar frutos no pueda, tened fe, si puedes creer que será así... después de la lluvia saldrá el sol... La tierra verá, sentirá, y fructificará nuestro esfuerzo... Los frutos serán de todos y para todos; será el color y la flor del desierto, que ahogará las turbulentas tormentas, de los recuerdos y de tenebrosas lagunas de miedo, de hiel y veneno. No importa cómo, yo sé que será... Florecerá la flor, a pesar del sol, de la roca y del calor...

Siempre Recuerdos

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Siempre Recuerdos ¡Niebla: Apártate! ¡Sueño: Esfúmate! ¡Dejadme a solas con mis pensamientos y sacudid la insolente idea de obedecer a las costumbres de las bestias... entregándome al sueño! ¡No! Escaparé de tus abominables fauces y veré caer, grano a grano, la arena sobre la infinita montaña de tu clepsidra inasible, inabarcable, cruel y absoluta. ¡Niebla: Apártate! ¡Dejadme ver el cielo, el mundo y su misterio, la dicha y el dolor, el recuerdo del ayer, el mañana...; el que fue, el que pudo, el que será! ¿No ves que agotado estoy de esta batalla? ¿No puedes dar tregua y menguar el fuego con el cual abrazas mi alma, mi carne? ¡Esta noche una estrella me llama!¡LO SÉ! ¡Sueño: Esfúmate! ¡Son sus manos las que besar tiernamente pido! ¡Son sus sueños los que busco! ¡Sus plegarias las que hacer reales quiero! Y acostumbrarme no puedo a buscar su presencia cuando la luna impone su imperio y se rebela en mí, tu escondida luz, en...

Quiero...

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Quiero... Quiero hacer contigo todas las historias repetirse. Conquistarte cual América Virgen por Mayas, Aztecas e Incas... reales fuentes de nobleza, poder y de vida. Quiero que seas cual pequeño cachorro que a los pies de su amo vive... Pero también te deseo salvaje como el tornado, la cascada, la tupida selva que de horizonte a horizonte se levanta. Quiero ser la sangre de tu carne, el aliento de tus labios, tu escondite, tu nido, tu hogar, tu fortaleza, tu espíritu infinito. Quiero, quiero... quiero el amor que me mezquinas, quiero la flor de tu vida, quiero el beso que esquivas, quiero ser tu reconquista... Quiero morir como un héroe después de salvarte la vida. Quiero ser Marco Antonio, Romeo, Sigfrido, todos ellos y ninguno, entregarme más que ellos y ser la luz de tu orgullo. Quiero ver tus manos acariciar en tu vientre una luna creciente que proteja nuestros sueños y aleja el miedo de mi mente. Quier...

Cuento de Ciencia Ficción: Autopía

Cuento de Ciencia Ficción: Autopía  Enlace a Cuentos La Tierra abrió sus brazos y miles de planetas amigables esperan su semilla colonizadora. Aunque todas las Utopías son imperfectas e irrealizables a largo plazo. Pero ¿cómo sería la utopía definitiva? Enlace a cuento -->  La Cueva del Lobo - Autopia

Hechizado

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Hechizado Hola mi vida, te buscaba para decirte que estoy firmemente convencido que tus ojos me embrujaron... No pongas esa cara que un hechizo es cosa seria. Fíjate que el otro día me afeitaba frente al espejo y la espuma que cubría mi cara, como si de un virus se tratara y en progresión geométrica: cubrió todo el espejo y dibujó una mañana clara, donde tomé tu mano por primera vez y vi tus ojos, (¿habrá sido entonces?), —uno de esos verdes que pocas veces vemos, un verde-selva, con pintitas marrones casi en el exterior de las pupilas—. Me sumergí en ellos con la típica cara de pavote, mientras me retabas por algo (siempre de retabas por algo); y lo único que podía hacer yo, era mirarte y afirmar o negar con la cabeza hasta que apartabas tu vista de mí y en esos instantes debía ser rápido; así que entonces, cerraba los ojos, juntaba coraje y cuando percibirá que volvías la cabeza; mi boca sin necesidad de brújula encontraba tus labios. Pero sin abrir los ojos o sino otra vez me ...

Almas Rotas

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Almas Rotas de Antonio Alejandro Galland     Ella estaba como la recordara: Ojos verdes, tez blanca, pelo negro, cachetes sonrosados; una muñeca, con rasgos de mujer adulta, pero delicada y casi perfecta.     —¡Camila! No has cambiado nada. —Se abrazaron. Él ocultó su ansiedad. Una marea de recuerdos encontrados lo bombardeó.     —¡Alfredo! A vos no te va tan mal…—Bromeó ella señalando su creciente estómago. Salió de aquel ensalmo cuando le presentaron a su marido. Y presentó a su esposa sin mostrar la sensación de asfixia contenida en su pecho.     Resumieron sus vidas en unas cuantas frases, se intercambiaron presentes como estaba previsto y tras unos minutos de charla se separaron: cada grupo a su mesa. La misma cortesía mostrada a cualquier compañero que celebraba los veinticinco años de graduados.    Simuló lo mejor que pudo festejar viejas anécdotas; pero estaba en otra parte: En una tarde, ...

De Otro Siglo

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Quiebra tú, corazón mío Otra vez jugaron contigo Y no hay barrera, Por alta que parezca, Que no sea infranqueable, A tu llamado. Quiebra Sangra Muere Eres de un tiempo A destiempo hecho. No existe en el orbe Quien te escuche, quien aprecie lo que ofreces. Ni quien entienda el lenguaje que desprendes. Otro fue tu siglo Allá lejos junto a Keats o Byron. Tal vez Ese fue tu tiempo Tu lenguaje no es violento Ya no podrás aprender la prepotencia Ni convertir en dulce veneno, Las palabras que nacen de tu lengua. Quiébrate. Estalla. Detente. Muéstrate frió ante el avatar Que a éste cruel transcurrir Nos enfrenta. Ahora solo te queda vagar Cual espectador enfermo De amor. De desamor. De nostalgia. De retribución. Ahoga tu llanto. Pues nadie quiere. en el siglo veintiuno. A los románticos... Antonio A. Galland.