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Almas Rotas

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Almas Rotas de Antonio Alejandro Galland     Ella estaba como la recordara: Ojos verdes, tez blanca, pelo negro, cachetes sonrosados; una muñeca, con rasgos de mujer adulta, pero delicada y casi perfecta.     —¡Camila! No has cambiado nada. —Se abrazaron. Él ocultó su ansiedad. Una marea de recuerdos encontrados lo bombardeó.     —¡Alfredo! A vos no te va tan mal…—Bromeó ella señalando su creciente estómago. Salió de aquel ensalmo cuando le presentaron a su marido. Y presentó a su esposa sin mostrar la sensación de asfixia contenida en su pecho.     Resumieron sus vidas en unas cuantas frases, se intercambiaron presentes como estaba previsto y tras unos minutos de charla se separaron: cada grupo a su mesa. La misma cortesía mostrada a cualquier compañero que celebraba los veinticinco años de graduados.    Simuló lo mejor que pudo festejar viejas anécdotas; pero estaba en otra parte: En una tarde, ...

De Otro Siglo

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Quiebra tú, corazón mío Otra vez jugaron contigo Y no hay barrera, Por alta que parezca, Que no sea infranqueable, A tu llamado. Quiebra Sangra Muere Eres de un tiempo A destiempo hecho. No existe en el orbe Quien te escuche, quien aprecie lo que ofreces. Ni quien entienda el lenguaje que desprendes. Otro fue tu siglo Allá lejos junto a Keats o Byron. Tal vez Ese fue tu tiempo Tu lenguaje no es violento Ya no podrás aprender la prepotencia Ni convertir en dulce veneno, Las palabras que nacen de tu lengua. Quiébrate. Estalla. Detente. Muéstrate frió ante el avatar Que a éste cruel transcurrir Nos enfrenta. Ahora solo te queda vagar Cual espectador enfermo De amor. De desamor. De nostalgia. De retribución. Ahoga tu llanto. Pues nadie quiere. en el siglo veintiuno. A los románticos... Antonio A. Galland.

Eres

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20/1/13 Eres II No puedo decirte que te amo, Con tanta parsimonia como imaginas, No puedo quererte como pretendo, -Y no es cuestión de voluntad-, Con tal entrega incondicional, –¡No ofrezco menos!-. Te dedico tanto, Que olvido todo, Lo que soy, Lo que fui, Lo que temo ser. Eres mi horizonte, mi Rivendel, Lo primero y lo último, Que mis ojos ver quieren, El amor personificado, El Todo y la Nada, Lo Incierto, la Duda, La Certeza, lo Real, Eres mi AMOR y mi MUERTE, Y Tú lo sabes, El Principio y el Punto Final De mi Existencia. Antonio Alejandro Galland Imágenes: Luz Tapia https://www.facebook.com/LuzTapiaArt?fref=ts

Impasse

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Impasse 20-1-13 Éste es el irreverente acto, De exorcizar mi alma mohosa, La cúspide de la espera, El segundo anterior a la carrera, Yesca, chispa, leña seca, El aliento retenido antes del grito, El paso anterior al precipicio, El motivo necesario, Junto a la voluntad suficiente, Una declaración de guerra, La pausa inevitable, ineludible, La que vaticina la tormenta. El penúltimo latido del corazón. Un Nunca Más, Un Jamás, Un Final, Un Principio, Un Hasta Siempre. Antonio Alejandro Galland

Declaración

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Declaración No quiero ser recuerdo, ni caricia anhelada, ni beso de hielo, ni mirada alejada. No quiero ser sombra, ni huella olvidada, ni camino recorrido, ni compañía malhadada. Lo que quiero ser… Poco importa. Lo que quiero que seas… Eso ya es otra cosa. Y si tu respuesta, A la pregunta —nunca hecha—, Es un lacónico Y estruendoso silencio; Una nada, que en las manos, cual granada explota, y me lleva con ella, y al olvido me condena; Acepto gustoso la prisión, La gehena y las cadenas, Cual cátaro a la hoguera, Abrazaré el dictamen. Y seré pues, al fin, Si el tiempo lo quisiera, Y tú así lo deseas: Todo lo que tú quieras.                                                                        Antonio Alejandro Galland ilustrac...

Improvisado a la madrugada

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Me gusta pensar que estarás conmigo al llegar la madrugada; que el silencio llegará y se hará semilla, el encuentro será casual, y la espera se hará lánguida al llegar la madrugada. Me gusta intuir tu silueta, al llegar la madrugada; el color de tus labios en la penumbra, el almizcle que rodea tu figura, y el roce no tan casual de las sabanas, al llegar la madrugada. Como éste poema: que nació de una revelación, de una certeza, que fue destinado por los hados, como luz salvadora surgente, desde un bosque tenebroso, ahuyentando mis fantasmas, dando inicio al Todo, así quiero encontrarte... Al llegar la madrugada.

Un segundo después

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Un segundo después Un aquelarre perverso de monstruos sanguinarios, una mancha imborrable que me asfixia, un tridente de proporciones maléficas, hundiéndose en mi carne en angustia eterna. Una espada que corta mis palabras, una lucha que no termina en el Valhalla, el dios del martillo golpeando en mis sienes, el honor destrozado, la voluntad inerte. Una mano culpable que se esconde, una sombra naciente ingresando al festín macabro, con su mirada fría, de odio, de agonía...   Una carcajada histerica bordeando la locura. Una mañana lejana, condenada a la noche eterna, un espíritu sin calma explorando pasos lejanos, y un aliento venido de otra esfera, recorre la ciudad en una inutil espera.  Una mano de naipes que no se jugó nunca, un rosedal que murió sin dar rosa alguna. Y la mañana lejana en una eterna vigilia apagando con sus fuerzas la última estrella, mira un corazón sin sangre que a latír se resigna.  La ley de un...