Declaración

Declaración



No quiero ser recuerdo,

ni caricia anhelada,
ni beso de hielo,
ni mirada alejada.

No quiero ser sombra,
ni huella olvidada,
ni camino recorrido,
ni compañía malhadada.


Lo que quiero ser…
Poco importa.
Lo que quiero que seas…
Eso ya es otra cosa.

Y si tu respuesta,
A la pregunta —nunca hecha—,
Es un lacónico
Y estruendoso silencio;

Una nada, que en las manos,
cual granada explota,
y me lleva con ella,
y al olvido me condena;

Acepto gustoso la prisión,
La gehena y las cadenas,
Cual cátaro a la hoguera,
Abrazaré el dictamen.

Y seré pues, al fin,
Si el tiempo lo quisiera,
Y tú así lo deseas:
Todo lo que tú quieras.

                                                                       Antonio Alejandro Galland

ilustracion: Fakhraddin Mokhberi

Improvisado a la madrugada



Me gusta pensar que estarás conmigo
al llegar la madrugada;
que el silencio llegará y se hará semilla,
el encuentro será casual,
y la espera se hará lánguida
al llegar la madrugada.



Me gusta intuir tu silueta,
al llegar la madrugada;
el color de tus labios en la penumbra,
el almizcle que rodea tu figura,
y el roce no tan casual de las sabanas,
al llegar la madrugada.

Como éste poema:
que nació de una revelación,
de una certeza,
que fue destinado por los hados,
como luz salvadora surgente,
desde un bosque tenebroso,
ahuyentando mis fantasmas,
dando inicio al Todo,
así quiero encontrarte...


Al llegar la madrugada.




Un segundo después

Un segundo después

Un aquelarre perverso de monstruos sanguinarios,

una mancha imborrable que me asfixia,
un tridente de proporciones maléficas,
hundiéndose en mi carne en angustia eterna.

Una espada que corta mis palabras,
una lucha que no termina en el Valhalla,
el dios del martillo golpeando en mis sienes,
el honor destrozado, la voluntad inerte.


Una mano culpable que se esconde,
una sombra naciente ingresando al festín macabro,
con su mirada fría, de odio, de agonía...



Una carcajada histerica bordeando la locura.
Una mañana lejana, condenada a la noche eterna,
un espíritu sin calma explorando pasos lejanos,
y un aliento venido de otra esfera,
recorre la ciudad en una inutil espera. 

Una mano de naipes que no se jugó nunca,
un rosedal que murió sin dar rosa alguna.
Y la mañana lejana en una eterna vigilia
apagando con sus fuerzas la última estrella,
mira un corazón sin sangre que a latír se resigna. 

La ley de una espada arranca mi existencia...
una estocada final libre de mi, me deja;
grita mi voz al vacío, donde nada existe... 

Y un aquelarre perverso de monstruos sanguinarios,
continúa el festín entre los fuegos del averno...

Yo estoy entre ellos, soy uno más, el más perverso...
pertenezco a las sombras... ya la luz me olvida...
y soy un monstruo más... sin esperanzas... sin vida...


Antonio Alejandro Galland

Retorno a la Inocencia

Retorno a la Inocencia

Al Colegio Guido Spano de Salta




     En días como estos, cuando una lluviosa madrugada de mi aletargada calma me saca, olvido que el tiempo lo trastoca todo, y regreso en imaginarios viajes a los tiempos donde la inocencia nos rodeaba.

     Cuando un beso era el premio inalcanzable que se soñaba en el patio del recreo, donde se jugaba a ser grandes y no dejábamos de ser algo más que niños barbados. Donde latía el corazón aprisa si ella te miraba, te sudaban las manos y la piel se erizaba cuando ella sin querer te rozaba.

    Cuando un amigo valía una pelea y una pelea el honor de la manada. El escapar de clases la rebeldía suprema.
  
    Los días que recuerdo son soleados con tonos en naranjas-rojizos, blancos y amarillos intensos. Incluso los días fríos son blancos diáfanos, repleto de delantales y rostros que ya se diluyen en el brumoso libro de mis recuerdos.

    Los hay de aquellos más tristes, cuando ella miraba a alguien más, y el pasillo del recreo, se hacía infinito, mientras mordías la rabia y sentías que veías pasar la vida, que no eras parte de ella. O cuando la noche de repente era toda tuya y la abrazabas con los brazos extendidos y con una resaca a la mañana.
     Esas noches como ésta: que te encontraban en grupo; repletas de anécdotas que el tiempo hermosea: La gran pelea. Los que se escondieron y miraron de lejos. El que recibio los golpes... Enero es mágico para mis memorias, pero aún puede haber algo remoto, que en la duda de la madurez quedará enterrado.
     Inútil pensar en "lo que hubiese sido si..." De lo que soy no me arrepiento, y lo que dejó mi querido colegio se lo agradezco, lo bueno, lo malo, lo triste, lo grandioso, lo pequeño, La amistad ganada, la perdida, la semana de la dulzura más grandiosa, sólo por un solo beso en el último día... Los machetes que fabricábamos para aprobar materias insufribles... Ya la noche termina, mi lapicera también está vacía, y siento que ésto no salió tan sincero como querría. Aún guarda secretos de amor de aquel tiempo. De ojos verdes que nunca sabrán lo que siento.

      Al fin y al cabo hay miradas que uno nunca olvida...

Antonio Alejandro Galland


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