When Laikhra return to my memory...

When Laikhra return to my memory...

Y estoy solo de nuevo. 

Con mi gran compañera ansiosa de secuestrarme, de llevarme lejos de aquí... y con vos...

Ella es muy celosa, mucho más de lo que fuiste tu. Cuando te pienso hunde sus uñas entre las heridas que tu hiciste, haciéndolas sangrar de nuevo. Es capaz de tomar mi corazón entre sus manos y exprimirlo de a poco, que cada gota de sangre caiga en un gran brasero donde un humo fétido y oscuro cierre lentamente mis pulmones y mis fosas nasales, para que el simple acto de respirar se convierta en una tortura. Realmente logró ser más posesiva que vos. Pero aun así, cuando ella está distraída, me escapo de sus tentáculos opresivos y corro a buscarte. Y entre tus brazos encuentro momentáneamente la cura para todos los males del mundo que caen sobre mí. A veces de sus manos... A veces de las tuyas...



Y jugamos un perverso, morboso, destructivo y absurdo juego entre los tres... Y yo estoy en el medio. Ella que me rodea completamente tratando de que me rinda y así dominarme eternamente. Yo que escapo de ella cuando puedo o cuando escucho tu llamado o tu ruego. Y vos... que seguís bien lejos y teniendo el poder de salvarme, después que me llenaste de ilusiones, de esperanzas; después que vuelvo a creer en ti; sin ninguna merced para mi tan maltratado espíritu, me empujás nuevamente a las fauces de ella, para que de nuevo me lastime y me destruya queriendo volver a ver la luz de tu dulce sonrisa.
Y estoy solo de nuevo. Desde hace tiempo que lo estoy. Pues tú te fuiste y estas horribles batallas desgarradoras solo son estáticas, imaginarias fotografías, escenas que arma mi memoria ya cansada de esperar. Pero las dos son reales. Tanto ella con su mortal fuerza y vos con tu dulzura habitan en mi día a día. Y estamos los tres peleando una guerra ya perdida, pues vos me hiciste su prisionero cuando te marchaste; vos me entregaste atado de pies y manos, con una venda en los ojos y una herida en mi pecho, aun sangrando, que dejaba ver los débiles latidos que mi corazón aún era capaz de entregarte; vos me encadenaste a ella e hiciste una promesa que nunca cumpliste y nunca más regresaste. Juraste liberarme y darme vida, pero al alejarte te olvidaste pronto de mí y me dejaste encadenado a ella... a ella y a nadie más...
Antonio Alejandro Galland


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