LOS FORJADORES: CUENTO: La lección, por Antonio y Amanda Galland

Cuento de Terror La Lección

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“Hay dos tipos de dolor, el dolor que fortalece y el dolor inútil. En momentos de dolores inútiles se requiere que alguien actúe, que alguien haga lo desagradable. Lo que es necesario. Listo. No más dolor.”
Francis “Frank” Underwood

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Vientos de Primavera





Me gusta Tucumán en primavera,
cuando se viste de lapachos florecidos,
y un viento tibio a renacer invita,
—remontando de nuevo— adormecidos sueños.

Por eso espero esas tardes en setiembre,
donde arremolinadas hojas cubren la tierra,
y dan la señal que mi instinto espera,
para tomar tu mano por debajo de la mesa.

Mirarte en silencio, disfrutar tu sonrisa,
—insinuante y traviesa— que mi corazón agita,
detener el tiempo, los dos, tras las ventanas,
inventar un universo infinito y nuevo bajo las sabanas.

Anhelo —después—, perderme en tu mirada,
contemplarte en calma sin que importe nada,
hacer nuestras las tardes, y como las hojas,
que los suspiros corran de mis labios a tu boca.



Antonio Alejandro Galland

 31-Agosto-2015 17:28

Dedicatoria

Dedicatoria

(Amanecer Lírico)


Como el tiempo que al pasar todo muta,
mis sueños cambian de fulgor y forma,
vivo día a día y llevo por norma
el no desviarme nunca de mi ruta.
Aunque hay veces que guardo en mis recuerdos,
besos de fuego, auroras compartidas,
el silencio de noches escogidas
para ahuyentar a mis fantasmas lerdos.
A ti es, a quien hoy voy a ofrendarte
la mayor de las perlas escogidas,
por ser báculo, guía y estandarte.
Entre el cielo y la tierra voy a darte,
una loa sublime y escondida.
¡Hasta mis sueños hoy voy a entregarte!



Antonio Alejandro Galland


Epitafio

Epitafio




Pediré la llave, abriré la puerta,

romperé el sello y partiré...
no me esperen porque el frío,
tiernamente, abrazará mis huesos;
y dormiré...

Observaré carteles titilantes
ofreciendo curas falaces
al orbe triste, cual ganado hambriento.

Existir y No–existir.
Eterna espera.
Ansiando redención,
eximición de mí condena,
de las penurias que en mi alma habitan.
Me enfrentaré otra vez (inútilmente)
ante la parca humillante,
ante mi maligna esencia;
y como es de esperar, quizás pierda,
como siempre...

Viajaré con los pájaros del tiempo
hacia la tierra del olvido.
Comeré del fruto prohibido,
y me bañaré en la fuente del bien y del mal.
Me alzaré como un fénix sin alas,
y llegaré al país desconocido de la paz...

Tomaré la llave... abriré la puerta...
renunciando a este mundo.
Beberé del agua de la vida...
y me recostaré a descansar.



Antonio Alejandro Galland

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