Impasse


Impasse

20-1-13


Éste es el irreverente acto,
De exorcizar mi alma mohosa,


La cúspide de la espera,
El segundo anterior a la carrera,
Yesca, chispa, leña seca,
El aliento retenido antes del grito,
El paso anterior al precipicio,
El motivo necesario,
Junto a la voluntad suficiente,
Una declaración de guerra,
La pausa inevitable, ineludible,
La que vaticina la tormenta.
El penúltimo latido del corazón.
Un Nunca Más,
Un Jamás,
Un Final,
Un Principio,
Un Hasta Siempre.




Antonio Alejandro Galland


Declaración

Declaración



No quiero ser recuerdo,

ni caricia anhelada,
ni beso de hielo,
ni mirada alejada.

No quiero ser sombra,
ni huella olvidada,
ni camino recorrido,
ni compañía malhadada.


Lo que quiero ser…
Poco importa.
Lo que quiero que seas…
Eso ya es otra cosa.

Y si tu respuesta,
A la pregunta —nunca hecha—,
Es un lacónico
Y estruendoso silencio;

Una nada, que en las manos,
cual granada explota,
y me lleva con ella,
y al olvido me condena;

Acepto gustoso la prisión,
La gehena y las cadenas,
Cual cátaro a la hoguera,
Abrazaré el dictamen.

Y seré pues, al fin,
Si el tiempo lo quisiera,
Y tú así lo deseas:
Todo lo que tú quieras.

                                                                       Antonio Alejandro Galland

ilustracion: Fakhraddin Mokhberi

Improvisado a la madrugada



Me gusta pensar que estarás conmigo
al llegar la madrugada;
que el silencio llegará y se hará semilla,
el encuentro será casual,
y la espera se hará lánguida
al llegar la madrugada.



Me gusta intuir tu silueta,
al llegar la madrugada;
el color de tus labios en la penumbra,
el almizcle que rodea tu figura,
y el roce no tan casual de las sabanas,
al llegar la madrugada.

Como éste poema:
que nació de una revelación,
de una certeza,
que fue destinado por los hados,
como luz salvadora surgente,
desde un bosque tenebroso,
ahuyentando mis fantasmas,
dando inicio al Todo,
así quiero encontrarte...


Al llegar la madrugada.




Un segundo después

Un segundo después

Un aquelarre perverso de monstruos sanguinarios,

una mancha imborrable que me asfixia,
un tridente de proporciones maléficas,
hundiéndose en mi carne en angustia eterna.

Una espada que corta mis palabras,
una lucha que no termina en el Valhalla,
el dios del martillo golpeando en mis sienes,
el honor destrozado, la voluntad inerte.


Una mano culpable que se esconde,
una sombra naciente ingresando al festín macabro,
con su mirada fría, de odio, de agonía...



Una carcajada histerica bordeando la locura.
Una mañana lejana, condenada a la noche eterna,
un espíritu sin calma explorando pasos lejanos,
y un aliento venido de otra esfera,
recorre la ciudad en una inutil espera. 

Una mano de naipes que no se jugó nunca,
un rosedal que murió sin dar rosa alguna.
Y la mañana lejana en una eterna vigilia
apagando con sus fuerzas la última estrella,
mira un corazón sin sangre que a latír se resigna. 

La ley de una espada arranca mi existencia...
una estocada final libre de mi, me deja;
grita mi voz al vacío, donde nada existe... 

Y un aquelarre perverso de monstruos sanguinarios,
continúa el festín entre los fuegos del averno...

Yo estoy entre ellos, soy uno más, el más perverso...
pertenezco a las sombras... ya la luz me olvida...
y soy un monstruo más... sin esperanzas... sin vida...


Antonio Alejandro Galland

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