Vendaval de Sueños

Vendaval de Sueños

      Los vientos arremolinan recuerdos de una hermosa tarde que compartimos juntos.

    Las pequeñas gotas de lluvia, lluvia de imágenes del alma, golpean suavemente. Y las nubes de la memoria anuncian una embestida total contra mi aletargado silencio, contra mi viviente soledad. Nubes negras, que descargan más gotas de lluvia, más grandes, más fuertes, más hermosas... se levantan en el horizonte lejano, como un telar infinito tejido por el amo de las horas... Y arrastra el agua al silencio, que se quiebra cuando el viento golpea en mi ventana anunciando tu llegada.  La soledad se disuelve al ser ahogada por el aroma de la tierra mojada: La tierra de mi vida con el agua de tus recuerdos.


     Eres tú: la tempestad que entorna mi ser de tu esencia. Girando incansablemente, elevándome al ojo de ese gran tornado que es el sentimiento anidado entre los dos eternamente, desde el primer momento; Formado de pequeños, fugaces destellos de tu rostro lejano, idílico, benigno, inalcanzable, omnipotente...
     Las figuras extrañas que, encadenadas una a la par de otra, definen tu existencia me despiertan de esta letárgica muerte en la que me vi envuelto por un mal sueño. Ya quiero desembarazarme de las cadenas que me atan. Quiero olvidarme del dolor inútil. Del llanto desconsolado y del olvido cruel del cual fui una víctima inevitable. Por causa de mis pasos equivocados... por causa del demiurgo del tiempo que juega con nuestras vidas como lo haría con las infinitas piezas de un tablero de ajedrez infinito...

     La euforia nace de nuevo. La risa sincera, inocente, de aquel primer y lejano momento se recuerda y se repite; como si nunca hubiera existido nada entre la última mirada mía hacia tus ojos... y tu eterno retorno. El de esta tarde. El de ayer. El de siempre. Como si el tiempo se hubiera detenido durante una eternidad, y al continuar la aguja su marcha inexorable, se vive en el siguiente instante, olvidándose de la existencia de las heridas en el interregno. Como si no hubiera huella de aquellos interminables segundos que separaron el último momento unido a tu presencia, con este que hoy continua una historia nunca concluida, nunca iniciada... pero que quiso tener un final... y el tiempo (aquel caprichoso demiurgo) evito a tiempo...


     Hasta que estuviéramos lo suficientemente fuertes para enfrentarnos a nosotros mismos... hasta que el vendaval de toda una vida destruya todo el pasado deforme y grotesco, el que nos hizo daño, para dejar solo lo más importante, tu presencia y la mía en nuestros pensamientos...  Y el vendaval destruye lo viejo... para darle vida a lo nuevo...  reemplaza lo malo y deja solo lo bueno...


Antonio Alejandro Galland

La Noche y La Lluvia

Hoy la noche me trae unos improvisados versos,

junto a la lluvia, que golpea mi ventana,

siento pasar, de la nostalgia, los vientos.


Hoy la noche me trae un recuerdo, casi negado,

junto a la lluvia que susurra en mi oído,

revivo, de amores perdidos, un legado.


Hoy la noche me busca evocador y exaltado,

junto a la lluvia que se duerme en la hierba,

brotan, de mi guitarra, cantos trasnochados.


Hoy la noche me lleva ante ti, receptáculo de mis sueños,

junto a la lluvia que retendrá tu nombre,

vislumbro, al rayar el alba, que seré tu dueño.



Camino hacia el sur

Camino hacia el sur


Camino hacia el sur

dejando el arroyo,

que creció conmigo
me voy hacia el mar.

Camino con sueños,
con hambre y con miedos,
buscando un refugio,
buscando un hogar.



Camino hacia el sur,
rodeado de luz,
y en mansa quietud,
mirando los cielos y la tierra...
que cuidan y siembran...
semillas de paz.

A través de los cerros,
que esconden quimeras,
y con las estrellas
que pronto se van;

surge la mañana,
las flores despiertan,
me acompaña el alba...
con rumbo hacia el sur

Existe un camino
más largo que el mío.
Si llego a destino,
yo lo seguiré

Buscando el arroyo
que creció conmigo.
Buscando un refugio,
buscando un hogar.


Antonio Alejandro Galland


Confesión criptica

Antes de verte, quiero ser sincero.
no nacen engaños de mi pluma, ni ornamentos.
de quererte, quiero ser mucho, y no un recuerdo.
reencarnar en tu existencia, como un fenix ardiendo.
egoísta me siento, por pretenterte, más sólo espero:
amarte en total entrega, hasta el fin de los tiempos.

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