Meditaciones Antes Del Estreno

 

Meditaciones Antes Del Estreno



    No importa cuál sea mi nombre. Bastará con decir que soy una de las tantas víctimas de aquella fatídica noche de setiembre. Argentina entera oyó alguna vez hablar de aquel incidente. Las opiniones abundan, acusándonos o indultándonos. Pero de esas acusaciones la película se encargará de absolver a todos. Bueno... A casi todos.

    Decir que eran tiempos violentos, es poco. Salir a la calle, a veces se convertía en jugarse la vida. En cualquier lugar podía suceder un atentado, a pleno día; o milicos entraban donde ellos querían y si no te quitaban lo poco que tenías, te quitaban la vida o te llevaban y nunca más se sabía de vos... Sucedió de verdad... ¡me sucedió a mí!

    Aunque aquella vez me llevaron de noche. Entraron en mi casa, golpearon a mis padres, me arrancaron de mi cama, me vendaron y me sacaron de allí. No podía verlos pero eran milicos; son los únicos capaces de hacer algo tan cobarde.

    Luego vinieron el miedo, la tortura, los castigos, las pequeñas y amontonadas celdas donde semidesnudos nos tiraban después de los largos interrogatorios, donde ni siquiera un colchón había donde dormir. Algunos de los que estábamos allí nos conocíamos de la Universidad.

La vida pasaba lenta y monótona entre la tortura y el intento de una especie de descanso. A veces, entraban los milicos y violaban a una de las compañeras hasta el cansancio. La rutina se quebraba cuando era el turno de escuchar gritos durante horas y después que te tocara a vos el turno de gritar... ¡quería salir de ese infierno a como dé lugar!

    La idea se me ocurrió al atender las heridas de un líder guerrillero condenado a muerte. Lo iban a fusilar, pero lo querían vivo hasta su hora. Se lo llevaron y durante un tiempo planeé con mucho cuidado lo que iba a decir. Si se daban cuenta me mataban.

    Una vez, nos llevaron al baño donde un chorro que nos mojaba constituía nuestro baño. Levanté un poco mi venda y con cuidado me acerqué a una compañera. No la conocía pero serviría para mis fines. Le tomé la mano mientras nos bañábamos como para darle o simular un consuelo inexistente. Lo hice sin disimular. Funcionó. Un milico nos vio, me golpeó y violó a la chica delante mio. Luego me llevaron para castigarme... y allí se lo dije, como si fuera un acto desesperado. Al principio no me creían, me preguntaron porque no lo había dicho antes, porque había callado tantos meses. Inventé una excusa que no recuerdo. Soporté torturas durante un tiempo más y me mantuve con vida.

    Luego me avisaron de que me pasaban al P.E.N., yo sabía lo que era pero fingí ignorancia cuando les conté a mis compañeros ¿y si ellos sospechaban algo...? Nunca lo hicieron, ni tampoco creo que tuvieran tiempo para hacerlo. Antes de irme el carcelero me dijo que ellos no iban a ocupar espacio durante mucho tiempo...

    Ahora el tiempo me vuelve a sonreír. Soy un héroe. En mi interior, realmente me creo y me siento como un héroe. Hay mejores formas de hacer la Revolución que con las armas. 

En unos cuantos minutos se estrena una película que cuenta esta misma historia, aunque el relato difiere solo en un par de sucesos. 

    Cuenta la historia de unos chicos de facultad que querían obtener el abono estudiantil universitario y que por eso fueron secuestrados, encarcelados, torturados y probablemente asesinados con la excepción de quien les cuenta esta historia... Pero no cuenta la historia de como yo vendí a mis compañeros de una organización terrorista de poca monta, diciendo que eran el contacto de un líder guerrillero ya fusilado, a cambio de mi libertad.

Antonio Alejandro Galland

Anhelos Escondidos

Anhelos Escondidos




Tengo la esperanza de verte
bajo el deslumbrante sol
de un septiembre enverdecido;
donde florecidos lapachos dibujen
un entramado de fluctuantes sombras
en la desnuda piel de tu cuerpo;
y cientos de agitadas ramas entonen
su canto de renacimiento;
mientras su lluvia de flores, te embellece,
con ramilletes, concedidos por el viento.

Nostalgia de un Jueves a la madrugada

Nostalgia de un Jueves a la madrugada




Me pondré nostálgico.

Hay recuerdos que vienen,
me secuestran con ellos
y ya no soy yo.

Soy un momento pasado
disfrazado de presente.
Soy un latido lejano
que desea repetirse.
Soy un beso en la mejilla,
una historia algo triste.
Soy una esperanza que llega
o una realidad que golpea.

Me pondré nostálgico.
Porque me hace feliz
el evocar días felices.
Me vuelvo sombrío, lo sé,
mas, es una dulce tristeza,
una agridulce sonrisa
que aflora en mis labios
confesándome que la vida
a veces no es tan dura.

Me pondré nostálgico.
Porque hoy me acordé de ti.
Porque te busque a mi lado
y te hallé lejana... y hermosa.

Ojala la noche termine
y me libre de tu recuerdo.
No es porque no los quiera.
No es porque no te quiera.
Debe ser porque ya no soy
tan fuerte como el viento y la piedra.

Debe ser porque siento
que caminar en solitario
es más fácil sin el pesar
de los días de vida que quieren
interponerse en nuestro camino.

Si... ojalá la noche termine
porque sé que vendrá otra.
Porque guardo el deseo secreto
de que en la próxima jornada
olvide los infinitos motivos
de mi pesar constante.

Porque puede ser, —así lo creo—,
que al estar contigo olvide mi nostalgia,
y ya no sea un recuerdo
que llega, que me secuestra,
y que me deja solo
                          al llegar la mañana...



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