Al Final del Viaje (Destino Inminente)


¿Qué es lo que hará mi princesa lejana?

¿Qué cielo bañará tus noches?

¿Dónde, refugiarte podrás de la inclemencia

de éstos tormentosos vientos que,

augurando el fin del estío,

llevan cargadas alforjas

de negros mantos de nubes?

 

Esperando, tal vez,

junto a la última morada

para verla sonreír como mediodía

de doradas caléndulas,

cuando al traspasar la puerta

de aquella antigua posada,

con el polvo de los caminos en mis botas,

y agitada mi capa por el bramar

del viento del desierto,

busque tus ojos entre aldeanos y viajeros;

tus ojos verdes que lo dirán todo,

si esa sonrisa los acompaña.

 

¿Qué es lo que hará mi princesa lejana

cuándo ya el tiempo del interregno termine?

 

¿Cuándo ya la distancia entre ambos

tan solo sea de una mano

acariciando tus mejillas;

de un latir acompasado,

en dos corazones separados;

de un roce simple de nuestros labios,

y la noche se haga fiesta,

y la siguiente ronda corra por mi cuenta,

y la música exalte nuestros corazones,

y reinvente recuerdos que nunca fueron,

pero que sólo con quererlo, serán:

huella, camino, hostal,

morada y lecho;

y todo el tiempo del viaje

se justifique con la espera;

y todos los besos de mi boca

sólo a ti te pertenezcan?






Antonio Alejandro Galland

Mar/2015

Dedicatoria

Dedicatoria

(Amanecer Lírico)


Como el tiempo que al pasar todo muta,
mis sueños cambian de fulgor y forma,
vivo día a día y llevo por norma
el no desviarme nunca de mi ruta.
Aunque hay veces que guardo en mis recuerdos,
besos de fuego, auroras compartidas,
el silencio de noches escogidas
para ahuyentar a mis fantasmas lerdos.
A ti es, a quien hoy voy a ofrendarte
la mayor de las perlas escogidas,
por ser báculo, guía y estandarte.
Entre el cielo y la tierra voy a darte,
una loa sublime y escondida.
¡Hasta mis sueños hoy voy a entregarte!



Antonio Alejandro Galland


Epitafio

Epitafio




Pediré la llave, abriré la puerta,

romperé el sello y partiré...
no me esperen porque el frío,
tiernamente, abrazará mis huesos;
y dormiré...

Observaré carteles titilantes
ofreciendo curas falaces
al orbe triste, cual ganado hambriento.

Existir y No–existir.
Eterna espera.
Ansiando redención,
eximición de mí condena,
de las penurias que en mi alma habitan.
Me enfrentaré otra vez (inútilmente)
ante la parca humillante,
ante mi maligna esencia;
y como es de esperar, quizás pierda,
como siempre...

Viajaré con los pájaros del tiempo
hacia la tierra del olvido.
Comeré del fruto prohibido,
y me bañaré en la fuente del bien y del mal.
Me alzaré como un fénix sin alas,
y llegaré al país desconocido de la paz...

Tomaré la llave... abriré la puerta...
renunciando a este mundo.
Beberé del agua de la vida...
y me recostaré a descansar.



Antonio Alejandro Galland

Los labradores del desierto I

Los labradores del desierto I

Esperanza   
    


No importa cómo, yo sé que será...
no importa cuándo, yo sé que estará...
El desierto florecerá... el desierto de la vida,
tras las heridas y el dolor, en pos de la verdad.
Aquellos que a pesar de la tormenta
quieran resistir a su inequidad...
Aquellos que a pesar de la sequía quieran perseverar...
A todos ellos yo los invoco:
sed grano de mostaza, sed de real valor,
de Virtud inactiva, de color fulgurante...
aunque el suelo dar frutos no pueda,
tened fe, si puedes creer que será así...
después de la lluvia saldrá el sol...
La tierra verá, sentirá,
y fructificará nuestro esfuerzo...
Los frutos serán de todos y para todos;
será el color y la flor del desierto,
que ahogará las turbulentas tormentas,
de los recuerdos y de tenebrosas lagunas
de miedo, de hiel y veneno.
No importa cómo, yo sé que será...
Florecerá la flor, a pesar del sol, de la roca y del calor.
El amor vencerá por siempre,
y germinará hasta en los desiertos
que nunca tuvieron color...




Antonio Alejandro Galland

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